lunes, 19 de noviembre de 2018




 El valle del Garona
 Monte Peiró, Bentué y Rasal
 San Juan Bautista de Omiste




 Sábado, 17 de noviembre





















Un día gris, tranquilo para disfrutar el valle del Garona en todo su esplendor otoñal.  Encajado entre las sierras de Javierre y Caballera, el estrecho valle sigue el curso del modesto río Garona -nace en las faldas del monte Peiró- hasta su desembocadura en el Gállego, en el pantano de La Peña. A unos tres km de Arguis una señal a la izquierda nos indica el camino hacia el pico Peiró. Recorremos un tramo de pista hasta el cartel que señala el comienzo de la senda. Esta Empieza con una fuerte subida entre pinos y bojes durante aproximadamente unos 700 metros que quita el aliento.























Marcha lenta. Sigue una zona más suave de llaneo. Ante la vista aparece el monte Peiró con sus peculiares pliegues que caracterizan su cara norte. Nos introducimos en el bosque de hayas. El ocre de las hojas contrasta con el intenso verde del musgo. Viejos troncos y algún tejo entre el hayedo. A través de las ramas se atisba vistas del valle y la sierra de Bonés. Tras el hayedo, la senda discurre en terreno abierto entre erizones y bojes hasta la cumbre. De vuelta, ¡cuidado con las culadas: terreno resbaladizo! Llovió la noche anterior.



















La sinuosa carretera sigue en paralelo al río. Esta recorre el pueblo de Bentué de Rasal: es la calle principal. El casco urbano mantiene bien su arquitectura tradicional con sus tejados de losas, aunque ya no sobresalen sus grandes chimeneas, sino que son más pequeñas, como ‘chupones’. La iglesia de San Cristóbal es de origen románico, pero muy reformada en los siglos XVI y XVII, con una galería románica porticada con tres grupos de vanos geminados cegados. El arco de acceso ha destruido parcialmente uno de ellos. En el muro norte, un perfecto absidiolo da cobijo a la pila bautismal del templo.





















Los ocres y marrones de los robles tapizan las laderas que protegen el valle. Llegamos a Rasal, bien conservado, con algunas grandes casas y monumentales chimeneas troncocónicas con espantabrujas. Su iglesia de San Vicente es del siglo XVIII. Acertamos con la persona que guarda la llave. En el interior se guarda la imagen sedente de la Virgen Negra, una talla románica del siglo XII rescatada de la arruinada ermita de Ntra. Sra. de los Ríos. Un largo pitido alteró el silencio. El sábado viene la panadera de Javierrelatre: cayeron en la bolsa pan y tortas.












El valle se va abriendo. A 1,5 km de Rasal un cartel nos señala el camino a la ermita de San Juan Bautista de Omiste, siendo el ejemplar de románico del Gállego más alejado del núcleo larredense (iglesia de san Pedro de Larrede), lugar donde surgió este estilo. Fue en origen la iglesia parroquial de un pueblo ya desaparecido en el siglo XVI. La fecha de su construcción se remonta al último tercio del s. XI. 









Solo la cabecera del templo es enteramente original. La nave, en su mayor parte, es de fecha posterior. Al exterior, el ábside se decora con cinco arquillos ciegos apeados en pilastras o lesenas y sobre la cual aparece el típico friso de baquetones. Un pequeño vano abocinado es el único punto de luz al interior. Descubierto en 2003 tras el encalado los restos de un conjunto mural del siglo XIII, pero fue imposible concertar la visita.










La luz del ocaso va cerrando el horizonte. En Arguis, el café de despedida en el bar de siempre. Algunos aprovecharon la cadiera junto a la chimenea. Un día, en realidad, incluso tranquilo.



Fotos de MarianoG, Matilde, Maite
 Nines, Asun y Josemari





MG



lunes, 22 de octubre de 2018



Paseo de otoño 
De Hoz de Jaca a Biescas



 Sábado, 20 de octubre




















Tras las lluvias de ayer, el día se presenta despejado. El café, en Hoz de Jaca. Iniciamos la excursión. El camino, que coincide con el camino real que pasaba a Francia por El Portalet, lugar de tránsito obligado de viajeros, ejércitos, mercancías o peregrinos, desciende entre tupido bosque hasta la presa de Búbal. Casi a sus pies, el abandonado Polituara, cuyas casas y tierras fueron expropiadas con motivo de la construcción del pantano en 1971. El topónimo procede del término latino 'pulire' (limpio). Emplazado en el camino real, fue siempre lugar de paso, por lo que hubo fonda y panadería. Hoy está en proceso de recuperación.
























Seguimos el sendero paralelo al Gállego entre hayas y bojes. Sorprende el enorme tajo que desgarra la roca: es la ‘losera’ de Polituara, una cantera de pizarra ya en desuso. Aún se ven los restos cubiertos por el musgo de los refugios de los loseros. Una pasarela de hierro cruza el barranco Espumoso, límite entre el valle de Tena y la Tierra de Biescas. El río se encajona, un arriesgado puente tibetano lo cruza donde otrora existía un puente ‘normal’. Pasamos junto a algunos de los asentamientos fortificados de la llamada Línea P o Línea Pirineos, una barrera defensiva construida entre 1944 y 1948 que recorría los Pirineos para evitar la invasión de los nazis o los aliados. Ni se culminó la obra ni entraron en servicio. Hoy están abandonados. Existe un proyecto colaborativo cuyo objetivo es censar los búnkeres construidos entre 1939 y 1948 en los Pirineos y poner en valor este magnífico patrimonio de la arquitectura militar.





Polituara. A la izquierda, imagen de principios del s. XX. Arriba, a la derecha está casa Domec (antiguo mesón y panadería) 



Esperando...
















Después de pasar la vía ferrata y los restos de la batería militar, un camino zigzaguea hasta la ermita de santa Elena. Cerca del santuario se encuentra el fuerte fusilero, actualmente abandonado, dominando estratégicamente el desfiladero. Seguimos hasta la pradera donde se ubica el dolmen de santa Elena. Fue el primero que se descubrió en Aragón en 1932. El que vemos es una reconstrucción de uno de los que fueron derruidos durante la Guerra Civil (se espera encontrar la base del desaparecido). Al lado, una iniciativa curiosa: el horóscopo celta. A cada mes le corresponde un árbol. En esta fecha sería el castaño: la honestidad. Cerca del dolmen está el zoque de santa Engracia en recuerdo del desaparecido despoblado medieval del mismo nombre y en sustitución de la parroquial. Se denomina ‘zoque’ (limosnero) al cepo para las limosnas en Tierra de Biescas.






Planos de las plantas de los dólmenes de Biescas, publicados por el profesor Almagro en 1934.






Continuamos por el sendero accesible de santa Elena que cubre un canal hidroeléctrico. Cruzamos el barranco de Lasieso; aguas abajo lo salva el puente del Diablo (S. XVI). Dejamos a nuestra izquierda el crucifierro, lugar de encuentro de los pastores antes de subir a los puertos, muy cerca de la silleta y fuente de santa Elena. En el bosque abundan el boj y el acebo. El sendero discurre paralelo al canal, que guarda el nivel con un muro de buena piedra. Tras cruzar el barranco de Iguarra y los campos y bordas de Estagüen, llegamos a Biescas. Cansadicos, cervecica, charradica y ta casa. Bueno, cuatro gotas y un chaparrón nos han acompañado en el camino.












Fotos de Carmen, Federico, Teresa, 
Nines, Matilde y Josemari